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Tema 5 (y III)



Tipos de Asesoría Ética
Asesoría indirecta, cuando se realiza en la empresa pero con carácter general, sin tener en cuenta los problemas concretos y sus condicionamientos. Asesoría directa se ocupa de ayudar al empresario en la toma de decisiones en circunstancias dadas y particulares.

Código ético
El Código ético debe  definir la personalidad de la empresa, el proyecto que constituye su carta de presentación ante el mercado, la sociedad y sus propios miembros. Presentar, en definitiva, un marco de referencia común.
Aspectos de un Management ética de la empresa
El management de la ética tiene en dos ideas. La ética se refiera a principios y valores que guían a un individuo u organización. La administración se refiera a la gestión, particularmente de las finanzas y bienes. Esto quiere decir que el administrador está a cargo de empleados y d el lugar de trabajo o las finanzas pertenecientes a los accionistas. Entonces, la idea de ser un administrador ético quiere decir tomar las riendas de una organización, o finanzas, siguiendo una seria de principios y valores. El management de la ética tiene un número de aplicaciones prácticas en el lugar de trabajo. Primero, los patrones preocupados por la administración ética deben pagar sueldos justos a sus trabajadores. También tienen que exigir horas de trabajo y tareas justas a sus empleados. Además, los empleados deben tener el derecho de acercarse a sus patrones con requerimientos y asuntos; sintiendo que están siendo escuchados. Como parte de su responsabilidad con los accionistas, los administradores éticos de una corporación deben ser honestos, justos y procurar tomar decisiones que beneficien a todos los accionistas. A menudo, no hay respuestas fáciles para todos los problemas del lugar de trabajo. El mejor acercamiento para ser un administrador ético es ser abierto, honesto y colaborar con empleados y accionistas.

LECTURA FINAL DE LA MATERIA

Opinión - 13 julio, 2014 | 12:00 AM
Por: Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo,
Arzobispo de Mérida

La realidad y el pragmatismo llevan al ser humano a justificar su modo de pensar y actuar, más allá de cualquier prescripción. Por eso, es necesaria la existencia de leyes extrínsecas, pensadas y aprobadas para el bien común y no el particular; y la obligatoria existencia de poderes públicos autónomos para que la impunidad y el abuso del poder no se conviertan en la norma de quien tiene la sartén por el mango. La existencia de una ética civil no es solo un buen deseo, sino una exigencia de la justicia. Es el mínimo moral común aceptado por el conjunto de una determnada sociedad dentro del legítimo pluralismo moral. Queda claro que no es la imposición de una mayoría sobre el resto y mucho menos que se exija que todos entren por un único carril: el pluralismo moral no quiere decir que cada uno haga lo que quiera, sino que se llega a consensos mediante un pacto social, una racionalidad que no puede apoyarse en cosmovisiones totalitarias.
La reciente polémica pública en la que se acude al principio de que la lealtad obliga a dejar la crítica de lado o hacerlo en privado para no ser tildado de traidor, es un llamado al encubrimiento y a tapar los males, que por ser públicos o tocar los intereses de la sociedad, no pueden ni deben ser tapados por la complicidad o el silencio.
Lealtad proviene del latín “legal”. Es el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad, las del honor y hombría de bien. Sus sinónimos son verdad, realidad, rectitud, firmeza. Lo que tiene que ver con el colectivo, con la sociedad, no se puede tratar a puertas cerradas. El destinatario tiene derecho pleno de saber qué y cómo actúan los que dicen trabajar para el pueblo. Encubrir es mentir, favorecer la impunidad y alentar la corrupción que como un cáncer se multiplica en todos los entresijos del poder.

Los que ejercen el poder se ufanan de tener el monopolio de una moral superior en torno a la vida social y política. Los hechos indican que las cosas van por otros derroteros. Quienes deben dar ejemplo se esconden bajo las alas del poder para delinquir. Con el Eclesiastés afirmamos: “otra cosa observé bajo el sol: en el lugar de la ley, está el delito; en el tribunal de la justicia, la maldad.  El que codicia el oro no quedará sin castigo, el que ama el dinero se extraviará por él” (3,16; 31,5).